¡Buenos días, fieles lectores! ✨✨✨
No pienses la historia… ¡Huélela! 💭🤥🌹
Tras varios días dándole vueltas a alguna estrategia que os ayudará a escribir, y a un relato que la ejemplifique, me he dado cuenta de algo: la mayoría de las veces nos sentamos a escribir pensando en qué va a pasar, qué personaje hace qué o cómo acaba la historia.
Y sin darnos cuenta, nos metemos de cabeza en la trama. 🤯🤯
La trama, aunque necesaria, no siempre es el mejor punto de partida. La historia no siempre nace del qué, sino del cómo se siente. Se trata de dejar que una sensación sea el motor de la escena. 💗 🌅🏞️
He observado que, sin proponérmelo, acostumbro a escribir con los sentidos. No me refiero a describir olores, colores o texturas porque sí, sino a dejar que un olor despierte un recuerdo, que un sonido encienda una emoción o que una textura defina a un personaje mejor que mil palabras.
Prueba a empezar desde ahí:
No pienses en el argumento.
No busques un conflicto.
No te preocupes por el final.
Solo elige una sensación concreta y construye desde ella:
¿A qué huele tu historia?
¿Qué temperatura tiene el aire?
¿Qué sonido se repite de fondo?
¿Qué textura tiene lo que tu personaje toca con más frecuencia?
Cuando escribes desde lo sensorial, te dejas guiar por algo que ya existe en ti. Esto te saca del bloqueo, porque no estás intentando inventar, sino recordar. El lenguaje se vuelve más personal, más fluido, más tuyo.
A veces el olor de la lluvia te lleva directo a una despedida. O el sonido de una cafetera a una conversación pendiente. No hay que buscar la lógica: el cuerpo recuerda antes que la mente.
Así que hazme caso: antes de pensar en qué escribir…☝️
Cierra los ojos, elige un sentido y deja que él te cuente la historia 💫💫💫
Como no podía ser de otra forma, hoy voy a activar la escritura desde lo sensorial y trataré de escribir una escena que huela a tormenta 👃⛈️ ¿Qué os parece?
“Aquella mañana, nada más atravesar el portal de mi casa, percibí con intensidad cómo el aire olía a electricidad y a pan recién hecho. Fue un acto reflejo mirar hacia arriba: unos nubarrones negros, densos y amenazantes cubrían completamente el cielo de la ciudad.
En ese instante, una ráfaga de viento frío y desafiante agitó mis cabellos. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Supe que algo iba a pasar: los días con ese olor a tormenta siempre me traían malas noticias.
Cuando el trueno sonó, no miré al cielo. Miré mi teléfono. Y ahí estaba el mensaje que llevaba meses esperando.
Una noticia que, por esperada, no resultaba menos dolorosa. Lo leí una y otra vez, por si las gotas de lluvia que caían sobre la pantalla y distorsionaban algunas palabras me habían hecho entender mal.
Deseé que alguno de esos relámpagos cayera sobre mi móvil y borrara el mensaje, pero cada rayo solo servía para iluminarlo mejor.
Me sobresalté con el trueno que retumbó en mis oídos, en mi mente y en mi corazón, mientras aún esperaba otro mensaje que dijera que todo había sido un error.
No fue así.
Seguí mi camino como si nada hubiera pasado. No paró de llover en todo el trayecto
Llovió por dentro y por fuera, durante el mismo tiempo que tardó en disiparse ese olor a electricidad y a pan recién hecho que tanto me hace temer los días de tormenta.”
¿Veis cómo, al conectar los sentidos con emociones o recuerdos, todo fluye? 🧩💞
¡No dejéis de intentarlo! 🫶🏻🫶🏻
¡Hasta el miércoles próximo! 🤩🤩🤩


Es muy cierto, a partir de nuestra relación con algún objeto, le daremos un significado especial. Por ejemplo, esta piedra que tengo junto al ordenador, ahora mismo, es un regalo de un familiar ya fallecido. ¡Tiene un valor incalculable...!! hace unos días, leía sobre la capacidad ilimitada de las pequeñas cosas... y ahora viene como anillo al dedo!! Y por supuesto cerrar los ojos y enganchar con ese recuerdo, con esa persona y escribir todo lo que salga por ese bolígrafo es un disfrute!!!!! ¡Gracias Inma! un ejercicio muy interesante y provechoso....
ResponderEliminarMuy acertado¡¡¡
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