Mentiras, verdades y otras catástrofes emocionales

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Vamos a contar mentiras... vamos a contar mentiras... tralala...🧠🎵


¡Amiga! ¿Sabías que, según los estudios, una persona normal miente entre 10 y 200 veces al día? ¡Sí, sí, hasta tú, que juras que “te encantó” ese horrible regalo de boda!


Como mujer especializada en detectar mentiras —es decir, en estudiar sociópatas, narcisistas y gente que dice que “solo fue una copa”—, he llegado a una conclusión demoledora: ya no creemos en nada ni en nadie, ni siquiera en el horóscopo, y eso que nos dice justo lo que queremos oír.


¿Y por qué esta epidemia de desconfianza? Fácil. Nos han mentido tanto que hasta la verdad nos suena falsa. Vamos por la vida con un detector de mentiras mental:

—“¿De verdad me quieres?”

—“Claro, mi amor.”

—[ALARMA: Nivel de mentira 9.7 sobre 10]


Vivimos en la era del "filtro de Instagram emocional", donde todo se disfraza:


"Estoy bien" = Quiero llorar en posición fetal.

"No pasa nada" = Ha pasado de todo y estás a un paso del divorcio.

"Solo somos amigos" = Ya hubo roce.


Y el clásico:

"Estaré en cinco minutos" = Espérame rezando un rosario.


El problema no es la mentira, ¡es la frecuencia! Ya no se trata de evitar el conflicto, sino de deformar la realidad con arte. Porque claro, si todos fuéramos sinceros, más de uno acabaría en juicio. Imagínate una primera cita sin mentiras:

—“Hola, tengo miedo al compromiso, me como las uñas, y mi madre todavía me hace la compra.”

—Fin de la cita.


Y lo peor: el daño colateral. Ya no creemos ni al médico cuando dice: "Esto no duele."

¡Pues claro que duele, doctor, y además me mintió su cara de satisfacción!


Entonces, ¿cuál es el antídoto a esta orgía de engaños? Volver a la verdad, aunque sea incómoda, con un poco de humor y menos filtro. Porque si seguimos así, pronto dudaremos hasta del tiempo:

—“¿Va a llover?”

—“No.”

—Te cae una tormenta nivel apocalipsis. 


Todo esto por no hablar de expertos a los que creíamos a pies juntillas tipo Fernando Simon...


En fin… Si alguna vez te sientes rara por desconfiar de todo, tranquilo: no estás paranoica. Es que te han mentido tanto, que ahora solo crees en el silencio... y a veces ni en eso.




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