¿Has notado cuántas personas hoy aparentan bondad mientras juzgan, critican o lastiman? 😔
Cada vez que roleo por Instagram me salta un reel, en el que Jesús se dirige con palabras muy duras a los fariseos y siento un eco profundo en el alma… como si esas frases, dichas hace más de dos mil años, fueran una radiografía exacta de lo que sucede en el mundo actual.
“Por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos muertos…” Impactante verdad, sobre todo porque nadie imagina a Jesús enfrentándose o insultando con tanta clase a alguien.
Jesús no hablaba solo a los religiosos de su época. Hablaba a todos los que viven de las apariencias, a los que predican el amor pero no lo practican, a los que levantan juicios en nombre de la verdad, pero olvidan la compasión.
Y no puedo evitar pensar 🤔…
¿no vivimos hoy rodeados de esos mismos “sepulcros blanqueados”?
Los fariseos de hoy son los jueces del siglo XXI. Si Jesús caminara hoy entre nosotros, probablemente no lo encontraríamos en el Vaticano, ni en los templos más lujosos y mucho menos en los púlpitos dorados.
Tal vez estaría en un hospital, acompañando a una madre que reza por su hijo enfermo, o en una esquina, consolando a alguien que duerme en la calle.
Y mientras tanto… vemos a los fieles que se dan puñetazos en el pecho, esos quienes se dicen “portadores de la verdad” probablemente lo criticarían por no vestirse como ellos, por no hablar “como un santo”, o por no formar parte de su grupo.
Porque amiga los fariseos de hoy no usan túnicas. Llevan corbata, uniforme o incluso perfil verificado en redes sociales. Son los que defienden causas justas en público, pero maltratan en privado. Los que “predican empatía” desde un teclado, pero humillan desde los comentarios.
Es triste pero hay un estudio de Pew Research Center (2023) que reveló que más del 60% de los jóvenes asocian la religión con hipocresía o doble moral.
Y eso duele… porque significa que hemos fallado en mostrar la verdadera esencia del mensaje de Jesús: el amor.
Peptoni, el cura de mi infancia siempre decía: "Jesús no vino a crear santos perfectos. Vino a sanar almas sinceras.” Y eso se quedo grabado en mi mente.
Hoy muchos luchan por parecer “buenos”: publican solidaridad, rezan frente a cámaras, o se indignan en redes por injusticias que luego olvidan.
Pero la verdadera fe no se demuestra en un post, sino en cómo tratamos al prójimo cuando nadie nos ve.
¡Amigas! En el fondo no es la religión la que salva. Es el amor dentro de ti, el respeto por los demás y la coherencia de tus actos los que redimen.
Quizás por eso, las palabras de Jesús suenan más actuales que nunca:
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas!”
Porque seguimos construyendo monumentos para los justos… mientras criticamos a los vivos que luchan por la verdad.
Hoy miro a estos jóvenes que cruzan el mar, causando tantos problemas al mundo pro la libertad, a los que se manifiestan para reclamar a favor de los actos terroristas de organizaciones como Hamas a lo largo y ancho del mundo... veo multitudes vestidas de blancura, pero con corazones que necesitan limpieza, perdón y ternura. Porque reclaman desde el odio, desde la violencia y generan angustia a los que les rodean.
Y me incluyo.
Porque todos, alguna vez, hemos sido fariseos.
¡Sukis! El desafío no es parecer buenos. Es ser auténticos, humildes y humanos, aunque eso no dé likes.
Ser luz no es brillar más que otros, sino ayudar a que otros también encuentren su camino sin imponer religiones y masacrar a los que opinan, piensan y viven de forma difente.
Desde mi punto de vista las palabras duras de Jesús no fueron una condena.
Fue una invitación a mirarnos dentro, a dejar de fingir pureza y empezar a vivir con verdad, compasión y coherencia.
Porque el cielo no se gana con máscaras…sino con amor.