Cuando ser ama de casa, es vocacional

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Pienso en las reuniones de mujeres a las que voy, y como mi corazón late fuerte cuando empieza la ronda del ¿Y tú a qué te dedicas? 



Es ensordecedor comprobar que mi cuerpo se tensa de una forma inimaginable. Y mira tú por dónde, suena el WhatsApp: un mensaje de mi querida Carmen, una gran luchadora, con un revés de muerte, que por una lesión tuvo que dejar ese magnífico deporte. “Llámame cuando puedas”, citaba el mensaje. Allá que fui inmediatamente. Porque entre todos esos adjetivos que me describen a la perfección, está el de “obediente”. 📞


Carmen me llama para hablar de una pataleta de su niña, lo común entre los pequeños de 6 años, y no sé cómo la conversación deriva en lo denostada que está la palabra ama de casa. Os pongo en contexto. Ambas somos amas de casa, con estudios superiores, con experiencias laborales, católicas y amantes de dos cosas: la palabra “familia”, con todo lo que ello implica, y la palabra “Reino de España”, con todo lo que eso significa. 🇪🇸


Es interesante cómo el mundo —más que el mundo, las personas del primer mundo—, ante tanto progresismo, va a la deriva moral.


—Miki, ahora puedes autopercibirte gato si así lo sientes; hombre si eres mujer; si me apuras, hasta florero incluso... pero eres denigrada si dices que eres ama de casa, porque según las feministas eso te degrada como mujer, eres explotada por el hombre y le das mal ejemplo a tus hijos —me dice con tono indignado.


Y lo cierto es que es así.


Le hablo de una conocida mía, madrileña, que es periodista, y que en un discurso que realizó por un libro que lanzó junto a la editorial Planeta en 2023, dijo:


—Y por último, gracias a mi madre, una mujer fuerte, luchadora, incansable, que siempre estuvo a mi lado, al lado de mis tres hermanos y mi padre, que fue nuestro pilar y que nunca cumplió sus sueños, porque su afán era que cumpliéramos los nuestros.


Y añadió:


—Una mujer cuyo patriarcado no la dejó desarrollarse...


Como podréis comprobar, tenía pinceladas feministas. Pero lo interesante de todo esto fue en las copas. Oí cómo su madre le decía a ella:


—Felicidades, cariño, pero nunca me has preguntado cuál era mi sueño. Y a mí el patriarcado nunca me impidió desarrollarme... ¿En qué lugar deja eso a tu padre?


Le dijo con semblante serio y, si me permites la osadía, pude apreciar en su cara algo de decepción. 😔


Ambas concluimos y coincidimos en que seguro que hay mujeres que son amas de casa por obligación —seguro que sí—, al igual que hay médicos por el sueldo, profesores por la seguridad del puesto y domadores de leones por costumbre. Pero, al igual que en todas las profesiones y roles del mundo, los hay por vocación.


Dando tumbos en la charla amena y divertida, hablamos de lo mal que me salió una receta de nuestra querida Tere. Sí, si eres asidua a este blog, verás que Tere es la que nos enseña a cocinar cosas deliciosas, pero os aseguro que solo soy capaz de realizar las recetas de no más de cuatro ingredientes. Porque confieso que soy buena ama de casa, pero cocinera regulera. 🍳 Aunque, según mi familia, tengo un notable en esa asignatura, lo que siempre reconforta.


Carmen me pregunta:


—Bueno, ¿y qué pasó con lo de la periodista?


—No te lo vas a creer —le dije—. Esa mujer se convirtió en mi ídolo ese mismo día.


Le dijo, de forma serena y con cara de abuela achuchable:


—Yo elegí ser madre, esposa y cuidar de mi hogar. Eso no implica solo ser limpiadora, cocinera ni esclava, o lo que tú creas que es ser ama de casa. Eso, cariño, hizo que tú y tus hermanos crecierais en un entorno seguro, en un hogar lleno de amor, que os enseñara el valor del orden, de comer a vuestras horas, de que pudierais dedicaros a vuestros sueños... porque yo estaba cumpliendo el mío, que era formar una familia, amar a mi familia y cuidar de todos vosotros. Mi sueño era ese, y hoy soy súper feliz porque he logrado que mis hijos mentalmente estén sanos, llenos de amor, seáis personas comprometidas, y que seamos una familia feliz, ¿verdad? Pues para que yo me dedicara al sueño de tener una familia llena de amor, tu padre trabajó muy duro para que no nos faltara nada.


Le agarró la barbilla, le sonrió y se fue junto a su marido. 👩‍👧‍👦


La escritora se quedó unos segundos mirando a su madre alejarse, asintiendo. No sé qué pensaría ella, pero yo descubrí el gran valor que tiene ser ama de casa. El estar presente, que tu hijo llegue de la calle y su hogar sea un entorno seguro (como dijo esa mujer). No es solo limpiar o cocinar, es mucho más.


A todo esto, mi querida Carmen —exploradora en sus ratos libres— me comentó que hay un estudio, que no recuerda de dónde lo leyó (pero que si miro en internet seguro que lo encuentro), en el que se dice que las amas de casa que han sido trabajadoras y deciden ser amas de casa por decisión propia, suelen tener hijos mentalmente más sanos. Ya que ellas se sienten desarrolladas. Y me dice:


—Porque, no te lo vas a creer, hay madres que cargan sus frustraciones en los niños, y en lugar de ser un entorno seguro para ellos, se convierte en una pesadilla. 🧠


Y así es. Recuerdo a la amiga de mi madre decirle a su hija de 2 años:


—Eres mi desgracia.


Como resumen os diré que estuvo tutelada por el gobierno y que esa niña, hoy con 25 años, no está muy bien mentalmente por las huellas que le dejó su madre.


En definitiva, para no alargarme, la conclusión de nuestra amena charla de dos horas y media concluyó en que un hogar feliz lo hace una mujer que no esté frustrada. Que ser ama de casa lo puede ser cualquiera, pero crear un hogar solo lo hace la mujer con vocación de cuidar a la familia. Y que se puede ser ama de casa y trabajar, pero que si tomas esa decisión debes ser consciente de ello y de la carga que eso supone. Luego no puedes echar balones fuera, ni pedirle a tu pareja que se corresponsabilice de tu decisión. Pero de eso hablaremos otro día. 💬










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