Respetar para convivir: cuando la fe se cruza con las normas de nuestro país

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¿Hasta dónde llega la libertad religiosa cuando empieza la convivencia común?💭 



Hoy me he quedado sorprendida por una noticia que, sinceramente, me removió por dentro: una chica musulmana fue expulsada de un instituto por llevar hiyab.

Y no quiero entrar en polémicas, sino en reflexión.


Como madre, como mujer, y como persona que cree profundamente en la libertad individual, pienso que cada uno debe tener derecho a practicar su fe. Eso no lo discuto. Pero también creo que la libertad de uno acaba donde empieza la convivencia con los demás. 🌿


Algo que olvidamos a menudo es que la libertad también implica responsabilidad.


He tenido la suerte de viajar a Marruecos, un país hermoso y con una cultura profundamente espiritual. Allí, me pidieron —siempre con respeto— que me cubriera la cabeza con una pashmina para entrar en un lugar público. Lo hice. No porque estuviera de acuerdo, sino por respeto a sus normas.


Y ahí entendí algo muy importante: cuando estás en un país ajeno, las reglas no las pones tú. Las respetas.


Por eso me cuesta entender por qué, en nuestro propio país, donde la educación pública sigue unas normas básicas de vestimenta y convivencia, a veces se pretende modificarlas por motivos religiosos.


No se trata de rechazar una fe. Se trata de entender que las normas están para todos —católicos, musulmanes, ateos o agnósticos— y que el respeto tiene que ser mutuo.



Las madres sabemos que la convivencia empieza en casa.


Les enseñamos a nuestros hijos a respetar las normas del colegio, a saludar, a compartir, a esperar su turno. Porque sin esas pequeñas normas, el caos se instala.


Entonces, ¿por qué no aplicar lo mismo a nivel social?


No se trata de imponer, sino de convivir. De recordar que España es un país diverso, libre, pero también con valores y leyes que nos unen.


Ojalá entendamos que convivir no es imponer, sino aceptar.


Aceptar que cada cultura tiene su forma de entender el mundo, pero también que cada país tiene su manera de organizar la convivencia.


Yo, como madre, como ciudadana y como mujer que ha visto mucho, solo deseo una cosa: que mis hijos crezcan en una sociedad libre, sí, pero también respetuosa y coherente.


Porque al final, lo que realmente importa no es el velo, la religión o las normas del colegio…


Y aunque para mí es impensable que una mujer vaya cubierta y se vuelva invisible en una religión que invita a someter a niñas y matar al que no la siga, tengo claro que el respeto es lo primero. Al final lo que importa es cómo nos tratamos los unos a los otros. 💛




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